superfollower
Este relato forma parte de la entrevista realizada por https://entredesafios.es a david Ruiz
Tenía un seguidor en Instagram que de vez en cuando me escribía interesándose por algunos aspectos de mi viaje y me pedía detalles de los lugares por los que pasaba. Me comentó que se estaba planteando hacer un viaje similar.
Culminando casi la vuelta al mundo, yo estaba fondeado en el archipiélago de las Eólias, frente a Sicilia, ya en el Mediterráneo, tras cruzar el canal de Suez. Entonces me envió un whatsApp
“David he visto en el AIS, que Thor esta fondeado en Panarea. Estoy en mi velero navegando rumbo a Corfú y veo qué si me desvío un poco, hacia las dos de la madrugada, podría fondear a tu lado y así nos conocemos”
A la hora convenida, allí estaba yo, en la cubierta de Thor oteando la oscuridad con los prismáticos, en busca de alguna lucecita que delatara la posición de aquel velero que venía a mi encuentro. De pronto sucedió algo inédito. Por la banda de estribor, entrando desde el extremo oeste de la isla, se iluminó el horizonte. En un primer momento de desconcierto, no entendí muy bien que era aquello, empecé a pensar que se trataba de algo, que en ese momento describí como “la mismísima Catedral de Burgos navegando a 12 nudos en rumbo directo hacia mi posición”. No sé si habéis visto alguna vez como van iluminados los mástiles de los megayates por la noche, pero os aseguro que no exagero.
A medida que se acercaba, la teoría de la Catedral burgalesa fue perdiendo fuerza y resolví convencido que aquello no podía ser otra cosa que el Taj Mahal con todas sus luces encendidas, derrochando esplendor y acercándose a toda máquina, hacia mi humilde barquito.
Finalmente resultó ser el “Tenaz”, el formidable velero de 40 metros de mi apreciado súperfollower que cuando le estreché la mano minutos más tarde a bordo de su infinita nave, se presentó cordialmente con un “hola David, soy Emilio Cuatrecasas, encantado de conocerte. Efectivamente querido lector, el conocido abogado y empresario catalán resultó ser aquel instagramer que bajo seudónimo se comunicaba conmigo.
Tras aquel encuentro que celebramos con unos gin tonic charlando casi hasta el amanecer, meses más tarde, ya en Barcelona, en un nuevo whatsApp me decía:
“David, me consta que estás escribiendo un libro. Soy socio de Clara Pastor de Elba Editorial. Habla con ella, me ha comentado que le podría interesar publicarlo”
Y así, gracias a aquel encuentro en el mar y de la mano de esta gran editora, fue como vio la luz “irse.”